top of page

ARTÍCULOS

La huella de contaminación del ser humano

Monserrat Nicolas Rodríguez

En la actualidad el gran impacto que tuvo sobre el mundo, la llegada del COVID19 nos dejó en claro cuan mal preparados estábamos sobre las contingencias sanitarias y sobre las medidas preventivas en el sector salud. Hoy en día el uso de las mascarillas no son más que parte del plan diario que todos los humanos en el mundo han tenido que implementar para que la propagación del virus sea lo menor posible.

Sin embargo, el medio ambiente que se ha visto afectado por todos los estragos naturales y de contaminación que se han tenido a lo largo de los años, ha retomado de alguna manera un nuevo anti logro llamado Mascarilla, la nueva ola de contaminación que está acechando el futuro de la naturaleza.

Las investigaciones recientes indican que el mayor problema en cuanto a desechos son las mascarillas muy por arriba de las bolsas plásticas, esto es debido a que las mascarillas son creadas a partir de micro fibras de plástico que después podrían llegar a hacer más pequeñas incluso llegando a estar de manera microscópica dentro de alimentos y dentro del mar.

Un estudio reveló que “usamos la asombrosa cantidad de 129 mil millones de mascarillas faciales en todo el mundo cada mes, es decir, 3 millones por minuto” (Universidad del Sur de Dinamarca, 2021).

Con este estudio en mente, los investigadores Elvis Genbo Xu, toxicólogo ambiental de la Universidad de Dinamarca y Zhiyong Jason Ren profesor de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Princeton. Publicaron en un artículo en 'Frontiers of Environmental Science & Engineering (infosalus, 2021) un aviso en calidad de urgente que expresa una investigación sobre los posibles escenarios que se darían de no empezar a prevenir un desecho y recolección responsable y consciente sobre las mascarillas desechadas.

De alguna manera los hechos que vivimos plantean que la pandemia es una de las emergencias sanitarias que más deberían preocuparnos. Pero, el aviso de calidad de urgente que plantean los investigadores supero por mucho, los daños que otros medios de contaminación había creado, de alguna manera el no prevenir los daños futuros que le estaríamos provocando al planeta tierra.

Esto es excepcional, nunca habíamos encontrado un guante o un cubrebocas en el océano, pero es una realidad desde que la gente comenzó a salir de sus casas portando mascarillas, las cuales tiran al piso. Esto lo comenzamos a ver desde hace un mes y es un nuevo tipo de contaminación”, refirió Laurent Lombard de la Asociación Operación Mar Limpio (Garduño, 2020).

Es evidente que el daño y la contaminación comenzaron a ser más grandes cuando el uso de las mascarillas sanitarias se comenzó a ampliar, y con ello la falta de educación ambiental comenzó a salir a flote, pues como se refiere en la cita, simplemente se salía a pasear con la mascarilla, pero el lugar en donde se desecha la mascarilla no interesaba.

Si tomáramos en cuenta cuanto daño ya le hemos hecho a este planeta y que le estamos haciendo a partir de esta época de pandemia. Urge hacer algo en torno a la correcta disposición de los residuos que se están generando producto del confinamiento que se vive. Lamentablemente las opciones parecen dispersas para poder actuar y se visibiliza la falta de educación ambiental que existe por parte la población, lo que ha orillado a cometer errores que se traducen en graves problemas al medio ambiente y a la salud..

Si hablamos un poco sobre cifras que nos den una idea al menos al nivel de México de cuantas mascarillas son usadas y cuantos desechos se producen debido a ellas, serian en aproximado un kilo por semana según Forbes.

Cada mexicano (que labore cinco días por semana) estaría desechando en promedio más de un 1 kilo de mascarillas cada dos semanas, más los 14 kilos que produce cada habitante. (México arroja aproximadamente 1.2 kg de basura por habitante al día) (Garduño, 2020).

De alguna manera parte de la responsabilidad no sólo recae sobre grupos determinados de personas en la sociedad, sino que el problema refleja de manera casi concreta que el no tener planes de contingencia es lo que tomó por sorpresa a la sociedad.

¿Cómo es que estos problemas en el ambiente se ven reflejados? Los cambios climáticos a los que nos hemos enfrentado incluso desde antes que iniciara la pandemia por COVID19 eran constantes, recordemos el incendio masivo del Amazonas en el año 2019.

Con más de 74.000 incendios registrados desde enero, según datos del INPE (siglas en portugués del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil), Brasil muestra un aumento de incendios forestales de 83% entre enero y agosto comparado con el mismo periodo del año pasado (BBC News Mundo, 2019).

Un estudio reciente también ha encontrado que los incendios forestales que se han presentado de manera masiva, dañan a los sistemas de respiración del ser humano. Esto sólo es un efecto más de todos los anteriores que hemos estado viviendo.

Lo anterior se ve reforzado por los estudios realizados por una investigadora de Ohio, muestran que parte de los microorganismos y hongos de los bosques podrían llegar a actuar contra la salud humana, pues los incendios provocan que estos microrganismos vuelen a zonas aledañas y puedan llegar a dañar la salud de quien vive cerca.

El estudio publicado en Science y encabezado por Leda Kobziar, ecóloga especialista en incendios forestales de la Universidad de Ohio y pionera en el campo, examina la posibilidad de la transmisión de enfermedades a través de la piroaerobiología (López, 2021).

Con piroaerobilogía se refiere a como las bacterias viajan a través del viento una vez que los incendios forestales incendian la zona y los liberan junto con los demás gases. Dichos gases pueden ser llevados a contra viento y afectar la salud de personas que lleguen a respirar este tipo de bacterias, el estudio de la ecóloga como se menciona en una nota de National Geographic, tal vez aún no tenga un sustento que valide por completo lo que supone como una hipótesis sea muy cierto, pero saber que cuando las personas se exponen al humo, reciben casos de enfermedades pulmonares, nos tendría que hacer pensar que entonces el problema puede ocasionar más vertientes en la salud del ser humano como contraer nuevas enfermedades que llegarían a ser potencialmente infecciosas.

A corto plazo, el humo de un incendio forestal se relaciona con problemas respiratorios y puede provocar tos persistentes y dificultades para respirar. Además, la exposición a las partículas finas está relacionada con enfermedades cardiacas o pulmonares, especialmente en las personas con alguna afección previa (López, 2021).

Con todo esto sucediendo a lo largo de los últimos años, se torna en algo preocupante para la salud humana, y aún más se vuelve en una alerta roja que nos advierte que los cambios climáticos y la tala y quema indiscriminada de los bosques, nos regresaran algún día todo el daño provocado por esta inconsciencia ecológica que se ha agravado en las últimas décadas.

El estudio resalta las primeras evidencias, aún anecdóticas, de la relación entre los incendios forestales y la proliferación de agentes infecciosos: en 2018, el Departamento de Bomberos del condado de Kern, al sur de California, descubrió que algunos trabajadores enfermaban de forma recurrente durante el otoño, exactamente después de la temporada de incendios en la zona (López, 2021).

Pareciese que los incendios no se podrían relacionar con ninguna enfermedad que pueda poner en riesgo a gran parte de la población pero según los estudios de esta ecóloga, la manera en la que influye todo esto, primero: parte de cómo y dónde se dé el incendio, cómo es que actúa y que tan rápido se pueda llegar a expandir el humo liberado con el incendio, cómo la composición de este afectaría en los términos de salud respiratoria, y bueno porque no pensarlo así; incluso una nueva variante de enfermedades pulmonares debido  a las bacterias aún desconocidas en el subsuelo y en parte de la vegetación que abarcan los incendios.

Un ejemplo de ellos son los incendios del 2018 en donde los bomberos del condado de Kern en california enfermaban debido a los incendios provocados y que las enfermedades eran muy recurrentes después de pasada la época de incendios, se buscó una posible respuesta en donde los resultados que se dieron fue que los incendios y las partículas micóticas que se desprendían del suelo era de una infección llamada hongo Coccidioides.

Los análisis demostraron que se trataba de fiebre del Valle, una infección micótica provocada por el hongo Coccidioides, que vive en la tierra y puede provocar síntomas similares a los de la gripe, en especial en personas con sistemas inmunológicos débiles (López, 2021).

Retomando esto último, suena como algo aún más preocupante, pues si tomas en cuenta las posibles enfermedades que afectan a un sistema inmunológico más débil, debería preocupar que después de una pandemia con un virus que deja a millones de personas con sistema inmunológico afectado, como escatimaríamos o pensaríamos que un nuevo virus que de igual manera afecta a los pulmones, no sea un efecto mariposa de los cambios climáticos que hemos estado provocando a lo largo de nuestra existencia.

Si esto no nos deja en claro que debemos comenzar por un cambio, entonces no hay nada más que decir o agregar, simplemente nos sentaremos a esperar una nueva catástrofe dentro de un futuro.

No deberíamos confiarnos de un problema climático más, sino de una parte de ese problema climático el cual está dándonos señales a gritos de que deberíamos parar por un momento y visualizar todo aquello que esta por cambiar en nuestro planeta si no detenemos esta huella de contaminación del ser humano.

AUTOR:

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación

Fuentes consultadas

Contáctame // Tel: 01(712)283-1012//01-800-5059610 /
/editorial@uicui.edu.mx
bottom of page